viernes, febrero 16, 2007

desde un lugar con tono selvatico

El río se llama rama negra, cerca de un puente de palitos de nombre “los enamorados”, más allá está el río el capitán no se como salir de aquí sólo se que un bote sale a las 5 cada día unos muelles mas allá. No tengo teléfono y eso me hace sentir muy incomunicado y está super bien ya que yo estoy medio cerrado. Escucho, creo que es lo mejor acá, escuchar los pájaros volando alrededor entre los árboles. Rociado de Off antimosquitos en una hamaca del segundo piso Mazzy Star de fondo, fumando… Solitario, medio vago y un poco ermitaño, como mi carta del tarot. El café del río te vendría de perilla, te fundirias en él como un chocolate en un café irlandés. Mirando los árboles que no se mueven nada, me acorde de cuando tenía 10 años tirado en un bosque de pinos cerca de la casa en la playa, mirándolos moverse suaves y sinuosos casi como si fueran a caer talados por el tiempo. Enormes llenos de historias que contar, imaginaba yo tormentas, catástrofes naturales que tuvieron que soportar por años, imagina tu cuantos años tenían ellos y yo me comparaba escuchando con sólo 10 años, mirarlos moverse. Ahí me quede creo, una parte de mi sigue ahí observando esos árboles, memorizando su forma, mirando sus hojas filudas, muchas puntas entre tanta altura delgada. La historia es tan importante, mirarse y encontrarse a través de esos hitos, uno siempre es el mismo mirando las cosas una y otra vez. Una canción redescubierta, una música olvidada por los años. Ahí está uno, siempre. Dándose cuenta de lo que ha vivido, pero que eso importante también lo fue alguna vez. La escencia existe. El mundo de las ideas nos invade, nos pierde y nos cautiva. Pero aquello que tiene que ver con lo más básico que es mirar, escuchar y estar es parte de cada uno ya, es un regalo y hay que aprender a disfrutar que el río no lleve corriente, que es así quieto, no se apresura en subir y bajar, en cambio uno quiere todo ya!. El légamo de ese río no se ha descubierto a nadie y quizás es muy probable que no lo haga. Sólo si tocamos el fondo con los dedos, lo sabremos. Yo ya me ví enlodado, ahora sólo lo disfruto quieto, tenue, leve. ¿Puedes disfrutar tu también de tu propio paisaje? Sergio. Tigre, febrero del 2007

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